No tomeis mi camino
No toméis mi camino.
No copies, vosotros,
almas libres,
mi destino.
Seguid sufriendo vuestro
sueño de libertad.
Yo tomé una dirección no diestra;
la sombra de la muerte me guiaba,
yo se lo ordené.
Un día, de cielo iluminado,
recibí una invitación no deseada
a la fortaleza de la redención.
Una fortaleza de puertas entreabiertas
y ventanas cerradas,
en donde sólo entran
los que llevamos el sello de la muerte,
pero, sólo te permiten salir
cuando ese sello desaparece.
Allí conocí otras almas que,
como la mía,
aullaban en las noches silenciosas, que
eran todas.
Delgadas túnicas nos vestían.
Esa fortaleza poseía vigilantes
de armaduras blancas.
Esa fortaleza se encontraba
en el reino de la paz,
de la tranquilidad,
de la certidumbre, pero,
también la agonía nos acompañaba,
junto a su compañera
la angustia.
Un reino por mi ser ansiado,
porque sueño con volver a ese reino;
pero no a esa fortaleza, sólo el sello
abre sus puertas;
no deseo volver a la delgada túnica,
pero tampoco a las túnicas de antaño.
Porque la incertidumbre
me invade
por todo este sufrimiento.
No deseo cantar vuestro canto,
pero odio el tintineo, de
enormes campanas, que
rompen, en mi mente sus tones
anunciándome que mi réquiem,
puede volver a sonar;
que mi tumba puedo,
de nuevo, volver a cavar.
Yo necesito tragar,
tragar aire fresco de vida.
Necesito vuestro deseo, vivir,
vuestra vida de deseo.
2 comentarios
una ana -
mucha suerte...
Suspiros -